16 ago 2010

Renacimiento


Mmmmm, estas semanas han sido críticas en mi vida, desde julio, creo yo....; el inicio de una nueva etapa de mi carrera, y a últimas fecha el fin de una vida a la cual acompañé un tiempo, muy de cerca, demasiado diría yo.

Y fue no sólo el fin de esa existencia, la que me hace reflexionar a cerca del cambio, sino, el hueco que queda en tu vida, y la manera en que, no lo reemplazas, sino que forma parte de una melladura en tu existencia, como si una columna perdiera una parte, queda firme, útil, sin embargo, queda la marca que con el tiempo en vez de cubrirse, se erosiona, y pierde los bordes ásperos, para simplemente mostrar la huella.

¿Y que queda ahora después de una pérdida?, nada. De eso, no queda nada.

No hay inicio, porque no hubo un final, sólo existió el momento, ese tiempo que compartes con alguien, que usas para convivir o que muchos dejan pasar, pensando que Él, nos dejará estar con esas personas por siempre.

El tiempo corre, y la vida no perdona. Las vivencias nos recuerdan lo que nos hizo convertirnos en quienes somos, y a las personas que influyeron en nuestra manera de ver la vida, las experiencias, retroalimentan nuestra garra, y ganas de seguir adelante, por todas ellas, y a pesar de ellas, los días difíciles pasaron y sólo sirven para prepararnos cuando nos enfrentemos a situaciones más difíciles, las memorias gratas encienden la pasión que necesitamos día a día para continuar cultivando alegrías.

Si hace tiempo no tenía porque darte las gracias, hoy te agradezco todo lo que hiciste y dejaste de hacer por mi, hoy te ofrezco mi gratitud, mi alegría y mis ganas de seguir adelante; mi coraje, mi esfuerzo, mis ganas y mi cinismo, mi rebeldía que ahora sé son gracias a ti, y sobre todo esos pies de plomo que siempre te caracterizaron.

Muchas Gracias, de verdad, muchas Gracias...


(Aurora Lucio Toledo Vda. de Enríquez 1920-2010)